
Ella es una madurita muy brivona, con la lengua muy afilada. Purita Dinamita, a vueltas de todo, hartita de tanto cuento y esperpento que pulula a su alrededor. Arrastrando los pies por la vida, con mil y una obligaciones que cumplir y que no cumple, con las prisas, las idas y venidas, sin dar a basto con los quehaceres cotidianos. Su sonrisa se ha transformado en una mueca de enfado permanente y desesperación. En esa edad en la cual los fracasos y errores ya no caben en su memoria. Tan sólo tiene su clarinete y saxo para escupir su ira y transformarla en una risa irónica y mordaz. Todo ello aderezado con unas bases electrónicas de máquinas a pedales de enésima generación, la que le corresponde, acompañadas de unas letras y mensajes que se te clavan en el cerebro.
¡Que vivan la decadente madurez, las arrugas permanentes y las carnes flacidas y colgantes de Purita Cuarentona!